Más que niños son los ingeniosos integrantes de un particular grupo. Se trata
de una comunidad que se reúne cada ocho días en las afueras de Medellín para
armar un sueño a la medida de cada participante.
La idea es de Mauricio Arboleda, un
antioqueño que inventó el primer prototipo cuando se bajó de los carros de
balineras y se montó en triciclo, “Hay otro tipos de locuras que a la gente le
gusta, a uno le gusta esta”, una locura que se convirtió en el hobbie de varios
jóvenes y adultos que comparten esta pasión llena de velocidad y adrenalina.
Ya son más de 40 los que desafían en tres
ruedas el irregular carácter del asfalto en busca de la esencia de la
disciplina. Basta un triciclo construido a la medida, a eso se le añade
protección especial, después una pendiente y antes de alcanzar los 60
kilómetros por hora, el ingrediente especial “tener pelotas y arriesgarse”.
Este es el club del triciclo el motivo que desde marzo hace pensar en
cambiar la carta para el niño Dios, simplemente por un juguete en especial, “un
triciclo”, de esos en que los niños se sienten grandes y los grandes siguen
siendo niños.
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